Existía una distancia abismal entre la
punta de mis dedos que apenas tocaban la punta de los tuyos; la necesidad que
aun tienes de que ésta verdad te mienta por un momento y todo vuelva a ser como
cuando el sol brillaba, las flores nacían y los pájaros cantaban. Entiendo que a
veces necesitas la cercanía de mi ausencia y que esta te envuelva; te conformas
con tener cerca mi lejanía, pero mis pasos se han apresurado al escapar de una
tormenta de ideas, sentimientos, culpa y desamor; se han alejado demasiado y el
viento ha borrado las huellas del camino; no quedan rastros en la calzada para
volver atrás. Corre! La tormenta se
acerca, corre! El arco iris ya saldrá, mientras tanto corre me decía…. Así me fui
de aquí y te lleve conmigo, te quedaste solo y sin ti.
Cuando los pasos son apresurados y
la tormenta te alcanza se lleva por delante todo lo que está a su paso, no
queda más que una bullicioso silencio que retumba en nuestros oídos, cuando
todo está destruido y el recuento de los daños es interminable; es entonces que
esa distancia tan cercana se va con las pérdidas de la tempestad, es entonces
que es necesario recoger las piezas rotas y tratar de armarlas como un rompecabezas de lo que ha sobrado y es
necesario soltar la mano ausente para que el sol pueda brillar de nuevo.
Después de cada tormenta hay un
nuevo amanecer; después del ruido llega la calma, después de la tristeza vuelve
la alegría. Ahora sueltas mi mano y llega la serenidad. Si un día llega una
tormenta a tu vida, recuerda que la mía ya paso y puedes contar con mi arco
iris para alivianar tus daños.