jueves, 30 de julio de 2009

SIN RETORNO

Sin brújula, en un viaje sin retorno.
Va conociendo su nave, ese transporte que le lleva a un lugar desconocido. Todo es nuevo y confuso, solo depende de su transporte.
Una mujer va caminando sin rumbo fijo, tiene como transporte sus dos piernas, la mirada perdida el ruido a su alrededor es un eco que retumba en sus oídos, sin sentido ni traducción, sola entre la multitud, inquieta y nerviosa, hablándose a sí misma, quejándose por sus desgracias para luego entrar en el silencio nuevamente.....
Al fin señales de comunicación, no se entiende el mensaje, es un código confuso, la comunicación no esta clara.... y la calma vuelve.... navega en un universo no solo desconocido pero solitario con algunas turbulencias. Solo se tiene a sí mismo y a una “radio” con sintonía no muy clara, hay interferencia y el emisor no llega con claridad a sus oídos.....
No será el primero ni el último a quién se le impone su camino, ese camino que puede ser de rosas o espinas, en un universo desequilibrado donde no todos llegan a destino; a un lugar donde tampoco pidió llegar. No lleva equipaje solo esperanzas, tiene mucho amor para dar y solo pide una oportunidad.
No oye nada, solo el eco del vacío está presente, esos gritos del silencio que invade su figura sin forma, ese universo infinitamente perfecto.
En su capullo sin colores va creando un arco iris de emociones e incertidumbres, es un viaje en el cual tiene su comienzo pero no sabe dónde será su arribo.
Esas incertidumbres la invaden nuevamente, no sabe a donde ir; a quien acudir, tiene un sobre en la cartera, un sobre que cambiará el rumbo de su viaje, un suspiro que clava su pecho como una aguja al corazón, camina y camina.... balbucea palabras que no se entienden, se pone la mano al vientre y sigue su rumbo.
Se arma de valor y dirige pasos apresurados a su destino, ella si sabe donde irá, en cambio a él no se le dio a escoger. El transporte de ella; sus dos piernas son dirigidas a su antojo, el transporte de él, es ella quién lo dirige.
Entra en un lugar frío y oscuro, pasa por un pequeño pasadizo sin ventanas, su viaje llegó a su fin, un señor de blanco la espera, ella suspira de resignación, y él terminó su viaje, un viaje que no le llevo a ningún lugar.
¿Es que acaso una mujer que “sabe a donde va” tiene derecho a truncar el camino de aquel que aun no camina por sí solo?.